LEA Y ANALICE EL FRAGMENTO DEL QUIJOTE
(Capítulo primero)
Que
trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha
En efecto,
rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio
loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el
aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero
andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las
aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros
andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en
ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.
Imaginábase
el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos, del imperio de
Trapisonda; y así, con estos tan agradables pensamientos, llevado del extraño
gusto que en ellos sentía, se dio prisa a poner en efecto lo que deseaba. Y lo
primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que
tomadas de orín y llenos de moho, luengos siglos había que estaban puestas y
olvidadas en un rincón.
Limpiólas y
aderezólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no
tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria,
porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada en el morrión,
hacía una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte
y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes,
y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no
dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por
asegurarse de ese peligro, la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de
hierro por dentro, de tal manera, que él quedó satisfecho de su fortaleza y,
sin querer hacer nueva experiencia de ella, la disputó y tuvo por celada
finísima de encaje.
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, EL QUIJOTE,
EDICIONES DISTRIBUIDORA CULTURAL, MANAGUA, 2004.
Busque el significado de las palabras
Juicio |
Andante |
Luengos |
Extraño |
Aventura |
Aderezar |
Honra |
Agravio |
Celada |
Caballero |
Fama |
Encaje |
“Es la
misma historia de siempre”, comenzó ella un momento después. “Nosotros ponemos
el hambre para que coman los otros. Es la misma historia desde hace cuarenta
años.”
El
coronel guardó silencio hasta cuando su esposa hizo una pausa para preguntarle
si estaba despierto. Él respondió que sí. La mujer continuó en todo liso,
fluyente, implacable.
--- Todo el mundo ganará con el gallo, menos nosotros. Somos los únicos que no
tenemos ni un centavo para apostar.
--- El dueño del gallo tiene derecho a un veinte por ciento.
--- También tenías derecho a que te dieran un puesto cuando te ponían a
romperte el cuero en las elecciones –replicó la mujer-. También tenías derecho
a tu pensión de veterano después de exponer el pellejo en la guerra civil.
Ahora todo el mundo tiene su vida asegurada y tú estás muerto de hambre
completamente solo.
..... |
--- Vamos
hacer una cosa –la interrumpió el coronel.
--- Lo único que se puede hacer es vender el gallo –dijo la mujer.
--- También se puede vender el reloj.
--- No lo compran.
--- Mañana trataré de que Álvaro me dé los cuarenta pesos.
--- No te los da.
--- Entonces vende el cuadro.
..... |
Trató
de tener los ojos abiertos, pero lo quebrantó el sueño. Cayó hasta el fondo de
una substancia sin tiempo y sin espacio, donde las palabras de su mujer tenían
un significado diferente. Pero un instante después se sintió sacudido por el
hombro.
--- Contéstame.
El
coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba
amaneciendo. La ventana se recordaba en la claridad verde del domingo. Pensó
que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para
recobrar la lucidez.
--- Qué se puede hacer si no se puede vender nada –replicó la mujer.
--- Entonces ya será veinte de enero –dijo el coronel, perfectamente
consciente--. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde.
--- Si el gallo gana –dijo la mujer--. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que
el gallo puede perder.
--- Es un gallo que no puede perder.
--- Pero supónte que pierda.
--- Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso –dijo el
coronel.
La
mujer se desesperó.
“Y
mientras tanto qué comemos”, preguntó y agarro el coronel por el cuello de la
franela. Lo sacudió con energía.
--- Dime, qué comemos.
El
coronel necesitó setenta y cinco –los setenta y cinco años de su vida, minuto a
minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en
el momento de responder:
--- Mierda.
Fragmento
del “Coronel no tiene quién le escriba”, Alianza Cien pág. 92-95
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
Personajes (Caracterícelos) |
El conflicto |
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(Cero) (Interna) (Externa) |
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Tiempo |
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Valoración
personal del fragmento |
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