miércoles, 8 de mayo de 2024

Fragmento de la novela "Cosmapa", de José Román.

 


Cosmapa

(Fragmento)


Nicolás se levantó, se asomó a la ventana y respiró fuerte y largo. Allí estaban sus coyotes, los tíos coyotes de su infancia. El viento se llevaba meciendo cariñosamente esos ruidos. Después de largo rato de contemplación, Nicolás se acostó de nuevo y en la penumbra del sueño, medio dormido, transportado más allá de las cosas, en la noche serena le brotaba una idea insistente como el agua de las vertientes de Cosmapa. Una idea redonda, como los pechos de la Juana Corrales que se estaban reventando.

Amaneció con frío penetrante. El humo del Telica flotaba pesado sobre su falda. El sol no había subido, pero tenía el cielo embijado. Nicolás alegre en la ventana, escuchaba la algarabía de los pájaros sobre la casa y el jardín. Más allá, los gallos, las vacas, los terneros, los toros y los relinchos de los garañones. Nicolás se volvió a meter en su cama.

Los sirvientes tenían orden de no despertarlo nunca así se hundieran los cerros y se brotara el mar. Añadió el maese: -En verdad no hay motivo digno para interrumpir el dulce sueño de un filósofo, es decir, de un hombre que no es sabio ni ignorante, pero que toca a Dios y las ideas con las manos, y a las criaturas.

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